El enemigo de mi entorno
Hacía mucho tiempo que tenía que hablar con mi prima. Ella
debía saber el acoso continuo al que su marido me sometía vía Facebook. Pero no
sé si me hubiera creído. Tenía muy baja autoestima. Suponía que ningún otro
hombre la iba a cortejar. Y lo defendía a capa y espada. Cuando descubrió que,
después de que me habían asesinado, él tenía mi celular, intentó ayudarlo y
deshacerse de una prueba fundamental. Por suerte, no pudo.
No me critiquen diciendo que mis fotos de la red social eran hot,
porque son como cualquiera de las que se saca cualquier mujer de mi edad. Eso
va para ustedes, machistas. Nada justifica que intenten
abusarme, me ahorquen con un cable de teléfono y me asfixien en la bañadera de
mi casa.
Claro que estaba desnuda en ese momento, en los minutos
previos a mi muerte. ¿Es necesario que explique que estaba en mi propia casa
y a punto de bañarme cuando él entró? Me sorprendí y creí que él también lo haría; pero no. Estaba preparado para enfrentarme. Evidentemente
sabía que yo estaba sola. Y se me tiró encima. Es obvio que me resistí, de lo
contrario estaría viva.
Me dijo cosas asquerosas al oído mientras me pasaba la
segunda vuelta de cable por el cuello. Supongo que se excitaba. Yo lo insultaba.
Y pensaba en ella, en mi prima. El amor de su vida es nada más y nada menos que
un asesino. Mi asesino. Sentí sus manos en mi nuca y lo último que vi fue agua,
en un escenario que yo había preparado para relajarme un rato y pensar en un
futuro que jamás iba a llegar.
Comentarios
Publicar un comentario
Dejá tu consulta o comentario