El silencio de Catamarca puso en vilo a todo el país

  Inhalé profundamente ese olor a libertad, ese aroma a pasto; pero me di cuenta que no era yo, ya no era la misma. Supe lo que había pasado pero no lo que pasaría después.
  Sentí cómo me elevaba como en una nube hacia Dios sabe dónde, hasta que el agua fría que invadió mi cuerpo me sacó de ese estado espiritual. ¿Para qué me lavaban si recién me habían encontrado mi cadáver?
  Idas y vueltas, autopsias, exhumaciones, mentiras, verdades escondidas, mafia, poder, dos juicios y ellas: las marchas del silencio que se convirtieron en un ícono para pedir ya no justicia, porque como veremos no existe, sino un freno a la impunidad de los corruptos políticos, policías, jueces.
  Hasta a una monja amenazaron, pero no pudieron callarlos: mis padres, mis compañeras, mis vecinos, con el silencio marcaron una etapa que se abre con cada nuevo asesinato hasta en la actualidad.
  Proyectos: muchos. Ya terminaba la secundaria y quería ser maestra jardinera. Venía el viaje de egresados pero antes, el baile, ese al que todos asisten con algún noviecito o con ese chico que tanto les gusta. El final ideal es compartir esa fiesta con lo más parecido a un príncipe azul, en cambio a mí me tocó todo lo contrario: traición, violencia, vejámenes, mutilaciones, muerte.
  Durante estos años estuve merodeando a los otros culpables, aquellos que no fueron condenados pero que llevan mi mirada en su conciencia noche tras noche.
  Los hijos del poder siguen impunes, no pagaron nada en sus cómodas celdas vip individuales. El domingo estaré en la puerta del penal en silencio,
claro, para marchar muy cerca durante el resto de su vida en libertad.

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