Prófugos (De esto no se habla II)



Todos recuerdan a su simpática mascota que supo callar más de un secreto. Él fue una de las patas para lograr que el municipio donde tenía el cargo de director pierda alrededor de 25 millones de dólares en 1991.

Las estafas fueron de lo más variadas y alevosas: irregularidades en contrataciones, documentación falsa, deudas que desaparecían mediante sellos falsos, etc…

El pedido de captura fue nacional e internacional. La causa tenía más cuerpos por esos pedidos que por el hecho en sí. Su letrado, más conocido como “el abogado del diablo”, presentó alrededor de 40 recursos ante la Cámara de Apelaciones y Garantías para lograr esa dichosa caducidad de la causa. Logró que el Juez tenga una diferente interpretación para computar los plazos de prescripción y los amplió por 24 meses más.

Lo esperaron en Tribunales durante 10 años y cuando la causa prescribió fue contento a tocar “el pianito” para identificarse y recibir el papel que le aseguraba su libertad, aquella que nunca perdió.

Muchos dijeron que pasó unas lindas vacaciones en Brasil abonadas por su jefe político, otros que estuvo todo el tiempo enseñándole a su loro que haga silencio.

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