El viaje hacia la muerte

  
Había conseguido asiento, uno de los primeros, y tenía un largo viaje por delante, así que me dispuse a mirar por la ventana mientras pensaba qué me depararía el día en la facultad. Salí muy temprano para llegar a tiempo, es que el blanquito desde Quilmes hasta Capital da muchas vueltas.

  Poco después, me quedé dormido. Creo que soñaba con terminar el CBS para poder arrancar con Ciencias políticas. En eso estaba cuando sentí algo raro en la cabeza: como un raspón y después, ardor.

  Una vez que me alcanzó la muerte, me desperté. Llegó a mí gracias a un prefecto que estaba en el último asiento. Supe que dos pendejos quisieron robar el colectivo, que él les disparó a ellos, y que él me disparó a mí. Otro que estaba a su lado, que era de la Federal, también disparó y podría haber continuado con una masacre. El federico ni fue procesado. El prefecto fue condenado y está prófugo porque se escapó de una comisaría.

  Mientras entraba en la somnolencia eterna, recordé un párrafo del tema que compuse para mi banda:

“Y es que yo sólo soy un soñador
de los que buscan en la gente
a los que canten mi canción
y aquellos que yo amo
que recuerden mi canción”.

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