Un macabro plan machista

  Le abrí la puerta a pesar de sus mensajes cargados de bronca, violentos, casi amenazantes. Llegó con planteos muy raros. Él estaba esperando un hijo con su nueva pareja y yo estaba de novia. Nuestra relación, aquella que empezó en el grupo de jóvenes de la iglesia, había terminado el año pasado.

  Me empujó hacia adentro, abrió el bolso y sacó un cuchillo. Todo el tiempo decía “doce”, mientras empujaba el filo dentro de mi cuerpo. “Doce” y seguía. Mantuve la mirada firme en él pero sus ojos me esquivaban mientras su ropa recibía las gotas de sangre de mi cuerpo. “Doce”.

  Yo conté 18. La autopsia concluyó en 18. Pero él insiste en 12 puñaladas. Él lo dijo, él lo confesó, él lo hizo.

  Escuché el timbre, escuché golpear, pero nada podía hacer. Sabía que en cuestión de segundos él entraría al notar la puerta abierta. Se encontró con lo poco que quedaba de mí e intentó recomponerme con rapidez.
  
  Mi actual novio desesperado por salvarme la vida, mi ex novio desesperado por quitármela. No sé qué hubiera pasado si se encontraban en el mismo momento, en el mismo lugar. Ganó el mal por cuestión de minutos, por cuestión de destino, por la organización de un macabro plan machista.

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